Mayo de 2020 | Sophie Costes, profesora de Waterness Journey™
Las motivaciones y necesidades de una persona que busca recibir una terapia en agua son diferentes. Las modalidades acuáticas reúnen una serie de herramientas técnicas al servicio del paciente.
La idea de movimientos lentos y suaves en el agua calentada a 35 grados, estimula en muchas personas la necesidad de sentir relajación y calma.
Pero también puede ser que la perspectiva de una relación con el elemento agua sea preocupante para algunos. Al mismo tiempo, la presencia y la proximidad que van de la mano con el trabajo en el agua y el profesional que lo ofrece, son parámetros que pueden generar cierto grado de reticencia.
Estos elementos, entre muchos otros, nos llevan implícitamente a comprender que el acto de ponerse en los brazos de quien a menudo nos es desconocido requiere para algunos un grado de confianza que no siempre es fácil y natural.
Implica igualmente una gran actitud profesional por parte del terapeuta tanto en las áreas del acompañamiento de la personalidad, la capacidad de movilizar adecuadamente el cuerpo como de la inteligencia emocional .
Se puede observar el poder de nuestra mente en ciertos contextos, como una interferencia o una vocecita que nos desconecta del momento presente proyectándonos hacia experiencias en las que se ha puesto a prueba nuestra sensación de seguridad. El cortocircuito a través de una incesante cadena de dudas y cuestionamientos puede invalidar la experiencia y llevarnos fuera de realidad.
Un profesional según sus modalidades preferidas (Watsu®, Healing Dance, Terapia Cráneo Sacral en Agua™, Waterness™…) permanecerá atento, con la caja de herramientas terapéuticas a su disposición, a las necesidades de la persona y sus posibles limitaciones. El respeto y la responsabilidad de llevar y acompañar un cuerpo de vuelta a un «estado oceánico», irán de la mano con la posibilidad de rendirse al que flota.
Durante la inmersión, la presión hidrostática actúa de manera optima en la circulación de los fluidos, el metabolismo en general y la respiración.
El impacto de la gravedad se reduce en gran medida, mientras el sostén continuo del terapeuta, quien opera movimientos adaptados, rebaja las cargas de las articulaciones permitiendo aumentar la flexibilidad y la profundidad de la capacidad respiratoria, que siempre esta en contacto con nuestro estado interior. El mensaje de alivio para el sistema nervioso así como de la mente, es muy conductivo y positivo.
El bienestar no es una idea, y sus propiedades curativas no son un mero concepto.
Son los fenómenos que afectan a nuestra fisiología y estados emocionales.
Cuando creamos paz en el cuerpo, experimentamos un estado fisiológico en el que el cuerpo puede experimentar, sin esfuerzo, sanación y equilibrio, que conducen a un estado de alegría, satisfacción y por lo tanto de paz interior.
Estos estados son alcanzados por la energía de los movimientos creados durante la terapia en agua, y la coherencia del corazón es el resultado, gracias a la calidad de la relación entre el terapeuta y el paciente.
La presencia, la empatía, el respeto y la atención desde la palabra, desde la mirada y poniéndose al servicio de manera adecuada, fomentan lo que muchos consideran una de las herramientas de rehabilitación mas potentes y mediadoras de crecimiento personal y espiritual.